Héctor nació en la Provincia de Chiclayo y tuvo una hermosa vida junto a cinco hermanos. Estudió en la Primaria Juan XXIII, de donde guarda los mejores recuerdos. Su familia se conforma por su papá Alberto, su madre Bertha y sus hermanos María Luisa, Angélica, Luis Alberto y Anabertha. Un clan muy unido y único, siempre muy conectados a los fuegos y al mar.

Tú mamá era del mundo de los restaurantes, cómo era esa vida ligada a la cocina…
-Mamá trabajaba todo el tiempo en repostería para venta tipo delivery y para nosotros por supuesto comida casera. Luego ella se preparó y fue quien inició la marca “Fiesta Restaurante” en Chiclayo.
¿Desde pequeño pensaste en ser cocinero?
-¡La verdad es que nunca lo pensé! Me veía más como gerente de banco.
¿Dónde estudiaste?
-Terminé el colegio a los 15 años e inmediatamente viajé a Lima para ingresar a la universidad a estudiar ciencias económicas. A los 21 años terminé la carrera, regresé a Chiclayo y luego de prepararme en el restaurante de mis padres, volví a la capital para abrir Fiesta en el barrio de Miraflores. Posteriormente, entré a la escuela Cordon Bleu a estudiar gestión de restaurantes.
¿Cuál crees que es el secreto de tu éxito?
-Honestidad y pasión.
Cuéntanos de tu llegada a Chile con La Picantería
-Eso fue extraordinario. Ni yo creía que podía convocar en una sola noche a 350 personas y otras tantas que se tuvieron que ir por temas de cupo.
¿Cómo viviste la pandemia?
-Con reflexión, mucha reflexión. Intentando ser mejor persona, más solidario, más simple. La vida es muy frágil.
¿Dónde nace el concepto del pescado a kilo?
-Es una historia muy hermosa. Con mis amigos de la infancia íbamos a algunos puertos pesqueros de Lambayeque como San José, Pimentel o Santa Rosa, comprábamos pescados por kilo recién salidos del mar y había personas que nos lo preparaban de distintas formas y no nos cobraban nada, cero soles. La única condición era que teníamos que consumir el licor que la dueña de casa preparaba, la famosa chicha de jora. Lo pasábamos genial.
Estás en contra de los premios 50 Best. ¿Me cuentas el motivo?
-No es que esté en contra. Pasa que a mí no me interesa competir o concursar. En un primer momento sonó divertido y participamos, pero después se me acabó el interés por la competencia. La realidad es que no tengo ningún afán por ser reconocido como el primero, el segundo o el cien del mundo. Lo más significativo para mí es que el cliente te reconozca. El que tiene que pagar su cuenta todos los días después de salir súper satisfecho. En mi condición como cocinero, como artesano artista, no considero positivo, sano ni agradable que una lista me diga que soy el uno o el dos cuando he conocido cocineros que son mucho mejores que yo y a quienes nadie los reconoce por falta de oportunidades.
¿Qué proyectos hiciste en cuarentena?
-Desarrollamos Mr. Sho Lees, un restaurante chino peruano (chifa) que es mi orgullo.
¿Proyectos a futuro?
-Parar un poco, seguir consolidando nuestras marcas y ¡tratar de descansar!
¿Alguna recomendación para el día de los enamorados? ¿Algún afrodisiaco?
-Abrazar y besar mucho a los tuyos, eso es lo más importante.



