Rafael Rincón, el cocinero solidario: “Cambiemos el mundo comiendo”
Existen reconocimientos en el mundo, premios por doquier, pero cuando se premia el amor al prójimo, se siente un sabor dulce.

Por Daniela Tapia @varietal

Latin America’s 50 Best Restaurants 2022 anunció al español Rafael Rincón como ganador del premio Icon Award 2022 con Volvo. Rincón es el fundador de la Fundación Gastronomía Social, una organización sin fines de lucro que utiliza la gastronomía para promover la inclusión social, la seguridad alimentaria, la formación culinaria y el cuidado del medio ambiente a través de la colaboración entre distintos sectores. Aquí se comienzan a escribir los tres puntos suspensivos que dan inicio a una nueva historia que permite creer aún en la profunda solidaridad de los seres humanos. “El ego queda fuera en Comida para Todos. Es lo más hermoso en lo que he estado involucrado en toda mi vida, desde el punto de vista del oficio. Se encuentran en este espacio todas las condiciones para disfrutar como un niño de lo que soy y hago, día a día. Pensamiento e inteligencia colectiva, acción, creatividad, comunidad, ética, solidaridad, confianza y amor”, explica Rafael.

Llegó a Chile por amor cuando conoció a la Clau, como él le dice a su mujer, una chilena de Malloco que conoció en España y que se transformó en el amor de su vida. Casi por una casualidad del destino, y ante la decisión de irse a vivir a Japón, que era su siguiente paso, algo lo hizo desistir. La vida tenía decidida otra cosa. Y luego de pasar dos años en Londres, prefirió volver a su tierra. “Regresé a Barcelona a estudiar publicidad, donde conocí a esta gran mujer en el año 2001. Luego nos fuimos a Madrid y en 2005, cuando Clau tenía siete meses de embarazo, tomamos la decisión de dejar nuestras carreras profesionales en España, donde estaba comenzando un proyecto gigante con gente a la que amo, y partir de cero en Chile para ser padres aquí. Fue la mejor decisión de mi vida”.

Un hombre, un destino y un país en perfecta unión con su gigantesca vocación social, fundamentada en la gastronomía. Hoy, Rafael es el fundador de un proyecto gigante llamado Comida para Todos, que en solo diez meses se ha convertido en el pilar de su carrera y de la vida de otros. Acá no sólo hay estadísticas, se trata de cambios reales, de marcar diferencias en la vida de las personas. Más allá de haber entregado 220 mil almuerzos, lo que ya es mucho decir, también creó un banco de alimentos, una escuela de formación digital Sence y otras dos escuelas, una en Madrid y otra en Santiago. Y ha llevado este modelo a tres países, España, Ecuador y Perú, que junto a Chile están unidos por el mismo propósito colectivo.

El conocido fundador del Festival Ñam, ha dejado todo por su verdadera vocación: la cocina social.

¿Cómo recibiste este premio de los 50 Best y qué implica para el proyecto?

Lo recibí con mucha sorpresa y alegría. Lo tomo como un regalo y por ello lo celebramos. Es un premio que reconoce el esfuerzo y la labor de muchas personas que creen en la gastronomía como motor de cambio. Es un premio que celebra la constancia, el compromiso y la excelencia. Sin duda la exposición de un premio internacional de estas características abrirá puertas a nuestra fundación y trazará puentes con otras organizaciones en otros países que deseen cooperar. Para nosotros supone una inyección de energía y alegría que nos motiva aún más en nuestra misión social y que afianza nuestro mensaje: cambiemos el mundo comiendo.

La vida de Rafa

Cuéntame sobre tu infancia y tus estudios universitarios…

-Nací en Madrid en marzo del 78. Hijo mayor de una familia absolutamente influenciada por la cocina, mis padres fueron pioneros en muchos temas gastronómicos en Madrid y España, como las tiendas delicatesen “Buenos Caldos”, las tabernas ilustradas “Buen Provecho”, Slow Food España… Mi educación relacionada a la alimentación desde la cuna es quizás el mayor regalo cultural que he recibido, y he tenido la suerte de comprender y entender desde niño la importancia de la seguridad y de la soberanía alimentaria, entregándome los pilares que sostienen mi vida hoy en Chile. Mi madre a cargo de los fuegos, mi padre a cargo de la sala y las RRPP. Tuve una infancia deliciosa, llena de recuerdos relacionados con el buen alimento. Siempre tuve claro que la gastronomía social iba a ser parte de mi desarrollo.

Tus primeros pasos en la cocina, de dónde vienen y cómo lo desarrollaste

-Desde los 11 años aproximadamente tengo recuerdos de ir los fines de semana a ayudar a mi madre en alguna de las cocinas de los restaurantes de mis padres. Limpiando anchoas, picando verduras, sentado mirando como trabajaba el equipo. Aunque también apoyaba en la sala, que me gusta más. Sirviendo cañas, cafés, apoyando como ayudante y sobre todo escuchando y aprendiendo de las hermosas conversaciones de los clientes en torno al producto. Con 17 años tuve mi primer trabajo al margen de mis padres como ayudante de cocina, y me marcó para siempre. Entre los 17 y los 19 tuve la suerte de dejar Madrid y emigrar a Londres para trabajar como camarero en Nobu, entre otros lugares que me hicieron ahondar más aún en mi enamoramiento por la gastronomía.

El significado que tiene para ti la cocina…

-Es mi lengua materna. Es el lenguaje que me da libertad, que me hace comunicarme de la mejor manera con el mundo y con las personas. Es el lugar donde me siento libre y puedo desarrollar sin complejos toda la creatividad y amor que llevo dentro.

¿Cómo nace la gastronomía social?

La gastronomía es un acto humano que siempre es social. Pasa que muchas veces somos de mente olvidadiza… Comer es un acto social que celebra lo mejor de la tierra, de las comunidades, un ritual verdadero. Pero la industria lo llevó a otro lugar y lamentablemente se perdieron muchos de esos valores. Solo un dato: la palabra restaurante que acuñó Boulanger hace varios siglos, nace porque la misión de los gastrónomos es restaurar el cuerpo y el alma de las personas. Así que pido que volvamos a las bases y dejémonos de tonterías, el mundo necesita de nuestro compromiso real, ya que nuestro sector es uno de los mayores depredadores de recursos -naturales, económicos y humanos- del planeta. Y esta bendita pandemia ha venido a demostrar que el mundo no ve a nuestra industria de una manera social. Es por ello que no protegen las leyes ni las comunidades, porque en líneas generales nosotros no las hemos protegido, sólo nos hemos preocupado de nuestros intereses.

¿Qué dicen tus hijas cuando ven este trabajo? ¿Cómo es su conexión? 

-Flipan en colores, yo creo que me ven como Big Fish. Pero ellas respetan y se emocionan mucho con mi labor. Ya quieren ser voluntarias y unirse al movimiento internacional de gastronomía social. Soy un afortunado.

¿Después de la pandemia, qué nuevos desafíos has sumado a tu proyecto?

Los desafíos que se hemos sumado han estado enfocados en la generación de oportunidades laborales y de formación a jóvenes que hoy viven en entornos vulnerables. Al mismo tiempo seguir provocando la colaboración de los actores claves de la gastronomía y del sistema alimentario para provocar inclusión social y seguridad alimentaria. De esta manera en el último año hemos sido capaces de formar a más de 800 personas, de crear más de 100 puestos de trabajo y de impulsar más de 200 microemprendimientos. Desarrollamos diferentes programas que cuentan con la colaboración de más de 40 organizaciones incluyendo restaurantes.

– ¿Nuevos desafíos para el futuro?

Los desafíos pasan por provocar que a través de nuestro trabajo y de la colaboración de nuestros aliados, se puedan provocar políticas públicas que favorezcan la salud, la cultura y el medio ambiente a través de la gastronomía. Por último, ser capaces de escalar a otros países los modelos colaborativos que hemos creado para provocar el bien social.

Estoy emocionada. Simplemente, me pongo de pie. Gracias Rafael.

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