Vendimia ahora y todo el año (algo posible, aunque no lo crean)

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La pandemia enseñó por fuerza y obligación a buscar una intimidad que no deseábamos, y bajo cualquier pretexto disminuir la sensación de tiempo transcurrido encontrando nuevas ocupaciones, como cocinar, buscar algo de interés de en las redes sociales. Es una historia que deseamos –a pesar de la persistencia– olvidar algunas de sus secuencias. El vino, por llamarle así a todo lo que se refiere al mundo del vino, fue convirtiéndose en uno de esos parajes que virtualmente pudo recorrerse gratuitamente, hubo tiempo de sobra para acercarse, no sentirse especial para probar y hablar de etiquetas u ofertas improvisadas. No deja de ser un fenómeno interesante degustaciones online y un puñado de comunicadores que facilitaron una llegada a todo ese mundo. Hoy, con poco más de libertad, las vendimias comenzaron a abrirse, y con ellas la bienvenida a aquel público que del interés virtual salta a la realidad para conocer el lugar del vino, o un paisaje que le haga sentido para repetir la experiencia. Hay algo de atrevimiento y curiosidad cobrando fuerza.

Por Álvaro Tello

La ciudad de Curicó era dueña de una las de grandes y más importantes fiestas de vendimia del país. ¿Qué queda entonces? No el mismo formato, pero si objetivos que pueden recomendarse, como ir directamente a las viñas para tener un escenario visible.

Dirigirse a Miguel Torres es un objetivo, y podemos adelantar que a medida de ir degustando cada uno de sus vinos, concluimos que las líneas no rivalizan, como podría ocurrir en otras bodegas cuyos vinos vinos tienden a cierto mimetismo. Aquí cada uno con su propia personalidad, alineándose como en una instantánea familiar donde reconocemos quien es quien. Pero dentro de aquella fotografía de Miguel Torres existe una etiqueta que sobresale en altura, se trata de Escaleras de Empedrado. 

En este vino es todo lo que está bien en cuanto a precisión y mucho más. Hay varias pistas para entender porqué. La primera es el lugar mismo. En medio del suave lomaje de la comuna de Empedrado, hacia la costa de la región del Maule, sobresalen entre el paisaje lomas escalonadas, como si tratase de los viñedos del  Priorato, en Cataluña (influencia clara de la familia Torres). Por esos escalones desfila el pinot noir, cuyas raíces dan directo con un suelo rico en arcilla y piedras pizarras (muy apetecido por algunos enólogos, por cierto) donde varias selecciones de pinot noir con distintas características permiten a Eduardo Jordán, enólogo de  Miguel Torres, afinar ciertos principios, como que es la mejor variedad para esos suelos; que hay una influencia en las temperatura producto de su relativa cercanía al mar, donde los vientos y bruma impactan con el viñedo. Una afinidad más, es hacer el vino mismo, buscando entre distintos lotes donde encontrar equilibrio entre acidez y estructura, apelando a conservar en barricas que no interfieran con los sabores, que es finalmente, lo que se nos entrega. 

Curiosamente, es un vino que por precisión menos justificación requiere a la hora de probar. El pinot noir chileno en general tiende a cierta dureza, en este caso hemos ido añada tras añada observando un vino lineal, amable, esto quiere decir que podemos apreciar sabores y aromas característicos, como tierra húmeda, sotobosque (aromas a vegetación que crecen a ras de suelo boscoso), o sea, un pinot noir que imprime un positivo en el paladar. No puede ser de otra forma, es una de las pocos ejemplos en Chile de un pinot noir que tras veinte años, se va construyendo como señal para orientarnos: es la variedad de un lugar específico y de una calidad específica. Pero creo, si me permiten explicarlo, cada “sintonizante” es una consideración a la hora de probarlo.

El viaje amerita una visita a su bodega, restaurante y tienda de vinos, ubicada en Longitudinal Sur, kilómetro 195, Curicó, Región del Maule. 

people tossing their clear wine glasses

Colchagua

Colchagua prepara su primera vendimia después de dos años de cierre, esta vez, con un cambio de locación. Viña Laura Hartwig, ubicada en la ciudad de Santa Cruz, desde el 1 al 3 de abril habilitará su cancha de polo para recibir a público en general, aunque por asunto de aforo sólo mil personas podrán acceder. Sin embargo, los asistentes podrán rotarse, ya que establecen dos turnos de 13:00 a 18:00 horas, y de 19:00 a 23:00, excepto el domingo 3 que contará con un turno único de 13:00 a 18:00 horas. Las copas de degustación van desde los 25 mil para la Copa Degustación (probar todos los vinos de la muestra), y 65 mil pesos para la Copa Colchagua, con la que además podrán dirigirse a una barra exclusiva. Son en total 23 viñas que este año además, contaran con Viña La Despensa y Casa Nicolás, representando a los pequeños productores que abren paso a conocer otro tipo de vinos.

Para algunas viñas colchaguinas la vendimia es algo más que un simple evento, es  el comienzo de actividades y la posibilidad de recibir visitantes todo el año. Una de las zonas que ha acaparado bastante atención es Santa Ana, ubicada por la ruta 90 camino a Pichilemu, entre Población y Marchigue. Un pequeño letrero indica el desvío, y que nos damos cuenta que su tamaño no guarda relación con todo lo que allí pueden encontrar.

Una de las viñas pioneras y más importante de la zona es Clos Santa Ana, propiedad de Luiz Allegretti y del diplomático de carrera Roberto Ibarra. Impresiona la magnitud de una casa colonial de tres alas y dos enormes patios interiores, con obras de arte de casi todo el mundo, viñedos, un restaurante que funciona para acoger visitantes, amigos, que pueden venir desde Europa, Asia, Norteamérica, o de cualquier lugar donde el diablo pierda el poncho. Eso incluye a Chile, que es donde lo pierde originalmente. Cierra toda maravilla presente una bodega subterránea, en la cual Clos Santa Ana hace sus propios vinos de baja intervención, los cuales se pueden conocer a través de pequeñas degustaciones que van desde los 25 mil pesos (tres vinos) a los 35 mil por cinco vinos, todas incluyendo visita a la casona y bodega. Y también en tres cartas seleccionadas, que parten de los 60 mil pesos por “Viviendo Clos Santa Ana”, incluye vinos y almuerzo a la “suerte de la olla”, hasta los 140 mil, que es la “a la mesa con el viñatero”, con almuerzo de cinco tiempos más los vinos de Clos. No queremos adelantar mucho, porque un lugar tan lleno de vida y anécdotas debe ser escuchado y presenciado por visitantes. Aquí solo estimulamos vuestra curiosidad.

Si de satisfacerla lo pronto posible se trata, nos adelantamos a una exclusiva. El día 9 de abril de 11:00 a 19:00 horas se realizará La Ruta Santa Ana de Puertas Abiertas, evento que convocará a cinco  viñas de Santa Ana, donde podrán degustar vinos, comida, y artesanía local. Para más información del evento pueden consultar la cuenta de instagram @clossantana

La primera vendimia online del Tamarugal

Algo novedoso para comentar, una vendimia en línea, que nos obliga a extender nuestro circuito y posibilidad de conocer. Se trata de música, gastronomía, concursos, una clase magistral y el tradicional pisoneo, correspondiente al proyecto Vino del Desierto de la Universidad Arturo Prat. La cita es para el viernes 8 de abril a las 19:30 horas, transmitiendo por RTC Televisión, Tamarugal Televisión y el canal de Youtube @calancen.orientadora. Ese 8 de abril podrán conocer la historia, cultura y patrimonio de las vides rescatadas en el norte de Chile, comenta Marcelo Lanino, director del proyecto Vino del Desierto. Fuera de vendimia, los vinos de variedades que representan al proyecto como cepa país, gros colman, y Tamarugal en sus versiones seco, dorado y abocado, pueden encontrarlos en el norte, siguiendo la Ruta del Vino del Desierto, kilómetro 29 de la ruta 665, Pozo al Monte, a sólo una hora y media de Iquique. La ruta se realiza de viernes a sábado a las 10:30, 12:30 y 16:00 horas, en tres modalidades, tradicional, premium y diamante. Correo de contacto: contacto@vinodeldesierto.cl

Un año completo para disfrutar el vino

Porque la fiesta no es solo en vendimias

Santiago se ha convertido en una plaza para eventos dedicados al vino, sin itinerario, pero si con conceptos claros: habilitar un restaurante o lugar para ir a conocer de vinos o destilados, sin necesidad de ser conocedor, porque allí se aprende; son ambientes plurales, accesibles, y lo mas importante, disponibles para disfrutar. Loreto Ruiz, enóloga, demuestra estar movida por un cariño genuino y mostrar elegancia ante detalles en su tarea de dar a conocer el vino, para lo cual propone ambientes-eventos con un límite de invitados (ojo, que aquí la intimidad es algo importante) donde puede dialogar la idea de una cena como maridaje, con vinos para degustar, o pruebas de destilados, además de organizar paseos por viñas. De fondo, experiencias que se difunden por gratitud, calidad, por convivir frente a frente. Loreto Ruiz es @ohmywine_chile en redes sociales, quien desde 2018 ha ido promoviendo sus eventos para agendar.

En la Quinta Región viña Hacienda San Juan se ha convertido en protagonista del vino en el valle de Leyda. Alessio Zenato, veneciano de sangre, ha inyectado fuerza para habilitar el parque patrimonial y bodega para eventos que mezclan gastronomía, vino, música, cerveza, como si fuese una vendimia constante. Echarse en el pasto con una botella de vino, sintiendo la brisa marina, libres, donde nace el sentido de apropiación del lugar. Es nuestro por unas horas, y volvemos por más. Francisco Freire, propietario de la bodega especialista en vinos de baja intervención, no esconde su alegría, se muestra como un gran anfitrión, hasta convertirse en uno más. Si me permiten una libre confesión, es una bodega que aprendemos a querer por ambiente y liberarse de la rigidez que muchas veces se exige en el ambiente del vino. Su Instagram es @hda.sanjuan

En el valle de Itata, Guarilihue, correspondiente a la comuna de Coelemu, Miguel Molina Ortiz de viña Tres C aplica un principio similar: todo acontece como en una vendimia con soberanía en su propio viñedo. No es menor de lo que hablamos. Miguel Molina remonta su historia hace cinco años, en las vendimias de Guarilihue, cuando podía pasar como un productor más. Sin embargo, luego de descubrir su increíble vino de cepa Cinsault, pone en marcha la reconstrucción de su bodega centenaria, facilitando cómodas habitaciones y sala de degustación. Intranquilo, construye domos para alojamiento, tinas de agua caliente, y algo poco usual dentro del enoturismo en Chile, una Volkswagen Kombi convertida en habitación en medio de su viñedo, con baño incluido. Las degustaciones suceden y transcurren y viña Tres C, se ha convertido en una obligación para extranjeros y chilenos que visitan el valle de Itata. Calidez extrema en un paisaje irrepetible, y sus vinos, dentro de los favoritos de varios enólogos chilenos. Agenden y sigan a Tres C en Instagram: @vinostresc

Las fiestas de vendimia se disfrutan, se viven, se puede retornar, pero salir de la ruta y fecha está perfecto. Es posible vivir de fiesta y de cara al vino el resto del año.

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